sábado, 19 de septiembre de 2015

Deslizaste tu mano por mi pierna y luego de sonreír asentí. Ambos sabíamos lo que eso significaba. Te acercaste a mi rostro, y un poco a mis labios, los dos cerramos los ojos y tuvimos dentro de nuestros corazones la mayor descarga de adrenalina que jamás habíamos sentido.

Minutos después estábamos cuerpo a cuerpo, demostrándonos el uno al otro todo lo que nos habíamos deseado mientras anhelábamos aquel momento.

Todo fue rápido, pero real. Ambos nos entregamos sin restricciones, estábamos hartos de ellas.
No podía disimular mi alegría luego de verte.Cerré la puerta de casa a mis espaldas, y me deslicé suavemente hacia el suelo, y no era para llorar como solía hacerlo, sino para sonreír, de pura y completa felicidad.
Habían pasado pocos minutos luego de bajar de tu coche, y ya estaba delirando con verte de nuevo y poseer tus labios.
La noche a tu lado se me hacía perfecta, las luces se asemejaban a las estrellas cuando entrecerraba mis ojos al abrazarte y el ruido de las olas contra las rocas era la melodía más bonita si la escuchábamos los dos.
Y de hecho, pensar en que algún día todo acabará, me impulsa a estar aún más dispuesta a romper todos los esquemas por estar a tu lado un poco más, por aferrarme en exceso a tu alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario