sábado, 19 de septiembre de 2015

Deslizaste tu mano por mi pierna y luego de sonreír asentí. Ambos sabíamos lo que eso significaba. Te acercaste a mi rostro, y un poco a mis labios, los dos cerramos los ojos y tuvimos dentro de nuestros corazones la mayor descarga de adrenalina que jamás habíamos sentido.

Minutos después estábamos cuerpo a cuerpo, demostrándonos el uno al otro todo lo que nos habíamos deseado mientras anhelábamos aquel momento.

Todo fue rápido, pero real. Ambos nos entregamos sin restricciones, estábamos hartos de ellas.
No podía disimular mi alegría luego de verte.Cerré la puerta de casa a mis espaldas, y me deslicé suavemente hacia el suelo, y no era para llorar como solía hacerlo, sino para sonreír, de pura y completa felicidad.
Habían pasado pocos minutos luego de bajar de tu coche, y ya estaba delirando con verte de nuevo y poseer tus labios.
La noche a tu lado se me hacía perfecta, las luces se asemejaban a las estrellas cuando entrecerraba mis ojos al abrazarte y el ruido de las olas contra las rocas era la melodía más bonita si la escuchábamos los dos.
Y de hecho, pensar en que algún día todo acabará, me impulsa a estar aún más dispuesta a romper todos los esquemas por estar a tu lado un poco más, por aferrarme en exceso a tu alma.

“Todo fue tan espontáneo, tan natural, que a ninguno de los dos nos pareció nada raro que, de pronto, mi mano estuviera en su mano y que nos miráramos a los ojos como dos tontos”





Eres ese ''algo'' en mi vida que encaja a la perfección con todo lo que siempre quise.
Me encanta ser parte de tu vida en la medida justa, y tenerte en la mía de la misma forma.

No es nada formal lo que hay entre los dos, ni compromisos, ni reproches, y eso es lo que hace todo tan perfecto.
He pasado días sin saber de ti y mi humor no cambia, sigo alegre porque recuerdo lo que he pasado contigo. No me falta el aire cuando te vas, ni tengo miedo de perderte, ni tampoco lloro insegura cuando sales con tus amigos.
De hecho, nosotros somos amigos, una loca y extraña clase de amigos. Nos besamos, y sonreímos entre medio, pero ambos sabemos que jamás seremos más que eso. Compartimos tres mil noches y pocas mañanas, porque a la luz del día comienzan las peleas. Subimos a tu coche y lo hacemos testigo de nuestra incontrolable atracción. Nos despedimos fundidos en besos interminables, rozando nuestros cuerpos hasta el último segundo, pero cuando dejamos de vernos a ninguno le pesa el alma.
Ambos somos libres, independientes, pero conscientes de que hay algo entre nosotros que nos ata al mismo tiempo que nos libera.
Estamos atados a nuestra voluntad de vernos y morir de placer, pero a su vez somos libres de restricciones, tristezas, culpas y reproches hacia el otro.
Sé que lo nuestro es amor y que sos mío, sí, mío, pero libre.
Te prefiero por las tardes hasta el amanecer, escondiéndonos de todos, menos de nosotros.
Te prefiero así de cerca estando tan lejos. Te prefiero a ti, porque eres así.